Todos los desafíos (¿factibles?) de los BRICS a Occidente

Todos los desafíos (¿factibles?) de los BRICS a Occidente

Propósitos e incógnitas de la ampliación de los BRICS. El análisis de Gianfranco Polillo

Éxito de fachada indudable el de los BRICS, en cuanto al fondo ya veremos. Una palmadita en la espalda entre países ciertamente no será suficiente –basta pensar en la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita– para poner fin a un conflicto que tiene profundas raíces: políticas, culturales e incluso religiosas. Por no hablar de la dispersión geográfica de los participantes. La cabeza, con China y la muleta de Putin, en Eurasia. India que sigue siendo distinta, si no distante y cautelosa con respecto a la primera. América Latina, representada por Brasil y Argentina (nueva entrada), que juntos, sin embargo, no tienen el peso específico de Japón en la economía mundial. Mientras que en África sólo queda Sudáfrica para representar ese inmenso continente.

El polo más cohesionado es el del Norte de África o el de Oriente Medio si se prefiere. Todos los grandes están presentes: empezando por Irán, Egipto y Arabia Saudita, además de los Emiratos del Golfo, que llevan algún tiempo en una trayectoria, si no exacta, al menos muy fría con Estados Unidos. Pero la joya quizás esté representada por Etiopía. Desde 2004, el país africano ha crecido a una tasa promedio de 9,7 por año, en términos reales. Casi dos veces y media la de los países africanos más modestos.

Además, la situación geográfica de Etiopía, en el centro del Cuerno de África, aunque sin salida al mar, es decisiva. Pero enclavada entre Sudán, Eritrea, Djibouti y Somalia. Y muy cerca de la zona del Sahel: teatro de las grandes operaciones neoimperialistas de la Rusia de Putin. Capaz entonces de colaborar en el control del Mar Rojo, cuya proyección hacia el Mediterráneo está representada por el Canal de Suez. El equilibrio geopolítico de ese Mar es impresionante. Egipto está a la cabeza, Arabia Saudita al este, Eritrea y Yibuti más al sur, seguidos por Etiopía. Y al final de la Península Arábiga, Yemen: hasta hace poco desgarrado por la guerra civil entre chiítas y suníes. Hoy pacificados por el acuerdo entre Arabia Saudita e Irán, posible gracias a la mediación de China.

El cuadrante geográfico más afectado por el movimiento telúrico, ligado a cambios geopolíticos, es sin duda esa vasta zona que va desde Ucrania, víctima más reciente del despotismo ruso, hasta el norte de África oriental. En esa encrucijada entre los mundos árabe y africano, algunos países, como Siria o Irak, ya han sido aniquilados por la miopía del propio Occidente. Otros, como el Líbano, viven en una constante guerra de guerrillas entre facciones opuestas. De Israel y Palestina es inútil hablar. Sólo Jordania parece permanecer milagrosamente en juego, con su panarabismo moderado, pero con sólidos vínculos occidentales.

En un rompecabezas ya tan complicado también está el papel de Türkiye. Su situación a medio camino entre Occidente y el mundo islámico. Por un lado, la tradición de Ataturk, por otro, las llamadas de un fundamentalismo sobre el que descansa el poder de ese autócrata llamado Erdogan. Mediador con la Rusia de Putin, pero también incómodo aliado de la OTAN y pretendiente, aunque sea con corriente alterna, hacia la Unión Europea, a la que le gustaría pertenecer. Sin embargo, sin hacer nada para conformarse a sus grandes valores. Olvidar, o fingir olvidar, que el requisito previo para esa entrada es el acervo de la Unión. Es decir, el respeto a los derechos y obligaciones comunes que los constituyen, la cédula de identidad.

No será sólo Occidente el que tendrá que hacer frente a estos nuevos acontecimientos, que en cualquier caso marcan una discontinuidad con el pasado. Con los nuevos injertos, el peso de los BRICS (nombre que no cambiará) pasará del 31,6 al 36,4 por ciento de la economía mundial. Superando, aunque ligeramente, el peso relativo de los países del G7, estancado en el 30,4 por ciento. La comparación con el G20 es más complicada: muchos de los países de los viejos y nuevos BRICS también forman parte de esta organización. Como se sabe, se trata de Brasil, China, Rusia, India, Argentina, Sudáfrica y Arabia Saudita.

El problema más apremiante será Europa. Tanto por el equilibrio de poder que perjudica a estos últimos (14,8 por ciento, frente a 36,4), como por la mayor proximidad geopolítica. Las malas experiencias del pasado han demostrado suficientemente lo difícil que puede ser elaborar una línea de política exterior que mire sobre todo a Europa y no a las disputas nacionales de los socios únicos. Basta pensar en los errores cometidos en el asunto libio. Donde en la hipócrita apelación a los grandes ideales (peor aún si alguien realmente creía en ellos) se produjeron escombros: hasta el punto de hacer que el "post" pareciera una auténtica pestilencia. El hecho de que un experimento de este tipo se repitiera en Irak, en Siria y luego, aunque con características menores, afortunadamente, en Arabia Saudita, en Egipto o en el propio Túnez, es sólo la demostración de ignorancia, que explica suficientemente la pérdida de atractivo de la parte de Occidente.

Por tanto, en los próximos meses estará prohibido cometer errores. Por suerte los juegos apenas han comenzado. El propio Putin, según se desprende de las causas que condujeron a la muerte de Prigozhin, parece encontrarse en grandes dificultades. El posible uso de un presunto ataque estatal demuestra que, en África, las cosas iban mucho menos bien de lo que podría parecer a primera vista. Tampoco las propuestas monetarias de los BRICS parecen ofrecer el impulso necesario para el impulso necesario. Lula de Silva, el presidente de Brasil, aspira a ser el nuevo José Martín, el apóstol de la independencia de Cuba primero, y luego de todo el continente latinoamericano. Operación poco creíble si se va de la mano de Putin y Xi Jinping.

Y no basta con decir que la nueva moneda no será como el euro. La historia enseña que la soberanía monetaria no puede separarse de una fuerte presencia política a nivel internacional. Éste fue el caso primero de la libra y luego del dólar. Hasta el punto de haber llevado a un historiador económico, como Kindleberger, a explicar la propia crisis de 1929 como resultado de una "gran negativa". Fueron los estadounidenses quienes no aceptaron ejercer la función de liderazgo que la historia, al final de la Gran Guerra, les había asignado. En cambio, dejaron jugar a los ingleses. Que intentó un retorno imposible al "patrón oro". Y fue la crisis definitiva, nacida de las heridas causadas por la obligación de reparaciones de guerra, pero que la rigidez de la política monetaria amplificó hasta determinar la muerte del paciente. Y esa inmensa tragedia que fue la Segunda Guerra Mundial.


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en StartMag en la URL https://www.startmag.it/mondo/tutte-le-sfide-fattibili-dei-brics-alloccidente/ el Sat, 26 Aug 2023 07:27:03 +0000.