Quiénes fueron los verdugos de Enzo Carra

Quiénes fueron los verdugos de Enzo Carra

Los dos verdugos de Enzo Carra fueron la justicia y la política, ambas con minúsculas. El recuerdo de Damato

De Enzo Carra, de mi amigo Enzo Carra, fallecido a los 79 años, me temo que por desgracia seguiremos recordando no tanto su larga y apreciada actividad periodística, ensayística y política, como aquella maldita fotografía que en la terrible años de Tangentopoli -o de Mani clean, como querían llamar los magistrados de Milán a sus investigaciones sobre la financiación ilegal de los partidos políticos- lo filmó bárbaramente esposado en los pasillos del tribunal ambrosiano cuando llegaba a la sala del juicio.

Había sido acusado, y finalmente condenado, no por corrupción ni nada por el estilo sino por reticencia: por no haber dicho lo que los investigadores esperaban sobre la DC y su secretario político Arnaldo Forlani, de quien era vocero. O –como me dijo después– esperaban que dijera para apretar aún más en los cuellos de la DC y Forlani la soga gemela de la que estaban apretando en el PSI y Bettino Craxi. De quien Forlani fue amigo y aliado, habiendo favorecido su toma del Palacio Chigi en la década de 1980, y habiendo colaborado con él como vicepresidente del Consejo: un papel en el que, entre 1983 y 1987, mi amigo Arnaldo se encontró a menudo, voluntariamente o de mala gana, para protegerlo de las emboscadas no tanto de la fuerte y declarada oposición comunista como de la igualmente fuerte pero no del todo explícita aversión del entonces secretario de la DC Ciriaco De Mita. Quien se había alzado años antes a la cima del partido proponiéndose como una barrera al avance del líder socialista, aunque aliado, que ya había llegado a una palma del Palacio Chigi en 1979, por encargo del presidente socialista de la República Sandro Pertini. pero detenido por la dirección de la DC en el último momento con una votación en la que Forlani había participado absteniéndose, es decir, no aprobando el paro.

COLABORACIÓN CON FORLANI

Precisamente en el Palacio Chigi como vicepresidente del Consejo de Craxi, tras una vuelta electoral en la que la DC liderada por De Mita había perdido seis puntos porcentuales de un tirón, Forlani llamó a Enzo Carra para que actuara como su vocero. En el vecino edificio del INPS, en Piazza Colonna, alquilado a Tempo , Enzo había seguido hasta entonces la política con minuciosidad y moderadas convicciones en la línea de ese periódico.

La larga colaboración con Forlani, que volvió a la dirección de la DC en 1989, después de haberla dirigido ya entre 1969 y 1973, reforzó la simpatía de Enzo Carra por el escudo cruzado, tanto que intentó ser elegido diputado en sus listas en Roma, lamentablemente fue en vano. Pero ni la decepción por aquella elección fallida, ni la implicación del partido en el terremoto judicial y político de Tangentopoli, ni -repito- Manos Limpias, ni su impacto personal con esa tragedia de ser un acusado de reticencia, tratado con esos esclavos en su muñecas como un criminal peor que común, lo distrajeron de lo que ahora se había convertido en su pasión política. Por el contrario -para su favor- lo fortalecieron.

ENZO CARRA EN LA SEGUNDA REPÚBLICA

Una vez pasada, real o de palabra, de la llamada primera República a la segunda, Enzo no desaprovechaba oportunidad alguna de participar en los intentos de salvaguardar la memoria de la DC y de recoger sus valores y tradiciones en los movimientos donde esto fue posible: por ejemplo, en el Margherita, donde finalmente convergieron los restos de la DC en contra o incapaces, según las circunstancias, de infiltrarse en el centro-derecha de Berlusconi. Y Carra consiguió, en su obstinada pasión que ya se había convertido en militancia, también en ser elegido finalmente y en repetidas ocasiones diputado gracias también a las nueve leyes electorales que ahorraron a los candidatos la pesada carga de buscar los viejos votos preferenciales de la primera República. Siguió a Margherita en 2007 incluso en la confluencia, aunque controvertida, del Partido Demócrata, en cuyas listas fue reelegido en 2008 pero del que, sin embargo, salió para unirse a la Unione di Centro en 2010.

LA DECEPCIÓN CON MARIO MONTI

Su experiencia parlamentaria habría continuado incluso después de las elecciones de 2013 si, entre los candidatos poscristianos, llamémoslos así, que se reunían esencialmente en torno a las listas improvisadas por Mario Monti, no se hubiera topado con la barrera levantada por el propio Monti contra cualquiera que tuviera procedimientos legales que se remontan a Tangentopoli. El golpe fue muy duro para él, a pesar de que fue rehabilitado por el tribunal de vigilancia de Roma en 2004. Prácticamente nunca se repuso de aquella decepción, aunque más enfadado que con Monti, en declaraciones públicas, con Casini. De quien, en recuerdo de la colaboración común que tuvo con Forlani en la penúltima secretaría de la DC, antes que Martinazzoli, Enzo esperaba una defensa a ultranza de la tijera justicialista del presidente del Gobierno que sucedió a Berlusconi en otoño de 2011.

Adiós, Enzo, amigo mío. O adiós, en nuestra común fe religiosa, aun después de los malentendidos que no faltaron entre nosotros a la hora, por ejemplo, de mi dirección al Día . Donde me reprochabas, a tu manera, entre llamadas telefónicas y notas, favorecer en la línea política a los socialistas y Craxi por encima de los democratacristianos y Forlani. Del cual, en cierto momento, quise verificar personalmente los estados de ánimo descubriendo que no eran los de su vocero.


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en StartMag en la URL https://www.startmag.it/mondo/enzo-carra-giustizia-politica/ el Fri, 03 Feb 2023 06:32:14 +0000.