La Ola Verde que amenaza con abrumarnos desde Alemania: gretinismo, más deuda e impuestos, menos OTAN

Bündnis 90 / Die Grünen se traduce como "Alianza 90 / Los Verdes". Es el nombre del partido político que está rompiendo los esquemas electorales alemanes unos meses antes de las elecciones políticas. El movimiento nació en 1993, tras la confluencia de dos temas distintos: Alleanza 90, el partido verde de Alemania del Este, y "Los Verdes" de Occidente. Es miembro de los Verdes Europeos y constituye el grupo ecologista más fuerte de Europa: además de promover políticas ecologistas, persigue la defensa pacifista, progresista y de los derechos sociales y civiles.

Sus líderes (Annalena Baerbock, Robert Habeck y Katrin Göring-Heckardt) acudieron al congreso en otoño de 2019 vestidos de amarillo, rojo y negro, para simbolizar la escalada del partido y reafirmar su poder de negociación. Y así es: las elecciones en Baden-Württemberg y en Renania mostraron una marcada reducción de los votos conservadores, sancionando la apertura de la crisis interna en la CDU-CSU, provocada en parte por el declive del liderazgo de Angela Merkel, y en parte por los innumerables escándalos de corrupción que llevaron a la renuncia de tres miembros del grupo. Al mismo tiempo, el SPD y los liberales no despegaron en el electorado popular, garantizando una mayor afiliación en las áreas productivas y rurales precisamente a los Grünen .

Otra fuerte señal se lanzó el viernes 19 de marzo, cuando Baerbock y Habeck, los dos copresidentes, presentaron el programa electoral vestidos de negro y rojo respectivamente en una conferencia de prensa virtual, describiendo los dos próximos horizontes políticos para la formación del próximo. Ejecutivo alemán: una alianza con el CDU-CSU (negro), o un acuerdo estructural de centro izquierda con el SPD (rojo). En ambos casos, los Verdes siguen siendo la punta de la balanza en la estructuración de cualquier mayoría duradera, y podrán clamar por el nombramiento del próximo canciller, dado su peso.

El "programa de vitaminas" de Grünen se basa en un cambio de ritmo en la política económica. "Queremos ofrecer al país una cura de vitaminas, en forma de una ofensiva de inversión", dijo Habeck. Los Verdes, de hecho, proponen gastar más de 50 mil millones de euros para compensar el retraso de Alemania en la banda ancha y equiparlo con infraestructuras avanzadas en términos de impacto ambiental. Para ello, el programa ambiental prevé superar la cultura de la austeridad: el freno de la deuda, introducido en la Constitución en 2009, que prohíbe al gobierno federal pedir prestado más del 0,35 por ciento del PIB cada año. Aún más radical es la propuesta de reducir los gases de efecto invernadero en un 70 por ciento en comparación con 1990 para 2030, mientras que el gobierno de Angela Merkel se había fijado un objetivo de solo el 55 por ciento. Pero el compromiso más ambicioso contenido en el programa es alinear todas las políticas alemanas futuras con el objetivo establecido por el Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados de aquí a 2100. Esto convertiría a Alemania en pionera. Del Pacto Verde Europeo, ya era el caballo de batalla de otra alemana, Ursula von der Leyen, pero sin duda supondría una cura tirada por caballos, una sangría para la economía. Entre estos, la prohibición de todos los coches de gasolina y diésel a partir de 2030: "Un gobierno que no se fije este objetivo no nos necesitaría", dijo Habeck.

En política exterior, los Verdes han abandonado el pacifismo no global desde su primera participación en el gobierno rojo-verde de Gerhard Schröder. Pero definen el compromiso establecido por la OTAN de que el gasto en defensa del 2 por ciento del PIB es "arbitrario". Una posición que los pondría en rumbo de colisión con parte de la CDU-CSU.

Problemática tanto en el caso de una coalición con la CDU-CSU como con el SPD es la posición hacia Rusia: muy críticos con el régimen de Putin, los Grünens están en contra del gasoducto ruso-alemán Nord Stream 2 , completado al 95 por ciento y apoyado tanto por Merkel, que lo considera un proyecto económico estratégico, como por los socialdemócratas en nombre de la Ostpolitik , la política de diálogo con Moscú. Los Grünens piden en cambio abandonarlo, como medida punitiva contra Rusia por el caso Navalny, incluso si parece una excusa circunstancial evidente. La aversión al régimen de Putin es ante todo ideológica.

La ola verde está arrasando en varios países, no solo en Alemania. También en Francia, donde los Verdes alcanzaron el tercer lugar, y Austria, donde en 2019 lograron sumar 10 puntos más que en 2017. Hablando de números, 69 parlamentarios verdes se sientan en el Parlamento Europeo. Por el contrario, en el resto del sur de Europa siguen siendo minoría: en Grecia el 0,9 por ciento, en Italia las encuestas las atribuyen al 2,3 por ciento.

Por tanto, la pregunta que hay que plantearse es: ¿están las fuerzas ecologistas y ecologistas destinadas a convertirse en las principales fuerzas gobernantes de la Europa continental en los próximos años? Y, sobre todo, ¿cuál sería el impacto de su programa verde radical?

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