Los efectos de la diáspora socialista en la geografía política de Italia

Los efectos de la diáspora socialista en la geografía política de Italia

Nadie en el Partido Demócrata ha tenido el coraje civil y político de defender a Craxi y retomar sus pensamientos. Los arañazos de Francesco Damato

La diáspora socialista, desastrosamente política para una izquierda que finge no darse cuenta y no muestra deseos de superarla, y dramáticamente familiar, habiendo investido a los mismísimos hijos de Bettino Craxi, el último líder del socialismo italiano, ha resurgido con una reacción molesto por mi querido amigo Bobo en una entrevista con su hermana Stefania en Corriere della Sera . En el que el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, que siempre ha sido elegido al Parlamento en las listas de Forza Italia de Berlusconi, decía que "son todos de derecha" esos "chicos" que "de vez en cuando" le escriben "yo' m de Crax".

“Los que votaron por Psi votan por el centro-derecha”, prosigue Stefania quien, habiendo hablado de su padre a lo largo de la entrevista llamándolo no papá sino Craxi, explica al entrevistador curioso por saber el motivo: “Para mantener un desapego emocional. Y porque no quiero quedar huérfano. Hay demasiados en Italia. Y suelen abrazar a los que mataron a su padre”. Un padre, en su caso, "repudiado por la izquierda a la que pertenecía", recordó y al mismo tiempo denunció a su hija, con razón.

El único de la izquierda, entre los directivos dignos de ese nombre, que defendió a Craxi de la condenación de la memoria que le infligieron en aquellos lares fue en 2010, en el décimo aniversario de su muerte en Hammamet, el entonces presidente de la República Giorgio Napolitano con una carta muy noble y detallada a la viuda. A lo que reconoció, quejándose al respecto, el trato de severidad “inigualable” que recibió su marido por el fenómeno, aunque generalizado, de la financiación ilegal de la política.

EL PD NO HA SEGUIDO A CRAXI

Nadie en el Partido Demócrata nacido hace unos años con la fusión entre los veteranos del PCI, la izquierda democratacristiana y los arbustos laicos, tuvo la valentía civil, política y humana de seguir al Jefe de Estado. Mucho menos si podemos esperar algunas sorpresas ahora que el Partido Demócrata ha terminado en las manos, o en los brazos, de alguien sin historia política como me temo que lo está Elly Schlein, sumergido en las sombras, en las vacuidades y resentimientos de una situación actual que oxímoro -como un oxímoron- vive sólo alimentando lo peor del pasado. Y hacerlo, además, en cumplimiento formal, más aún, en defensa de una Constitución evidentemente amenazada, cuya norma más vinculante y vigente, en efecto, sería la duodécima de las dieciocho disposiciones transitorias. En él está escrito que "queda prohibida la reorganización, en cualquier forma, del disuelto partido fascista".

Bajo ese "cualquier forma" se puede ver o vislumbrar todo: desde el brazo levantado de algún cretino en la plaza hasta las históricas pifias del presidente del Senado Ignazio La Russa hablando del ataque partisano en vía Rasella y la odiosa masacre de represalia de las Fosas Ardeatinas. Llegamos incluso a la joven primera ministra Giorgia Meloni, nacida en 1977 pero aquejada -según el manifiesto de hace unos días- de "enfermedad por África" ​​por haber puesto alegremente un pie en Addis Abeba. De la que -recordaba el periódico aún abierta y orgullosamente comunista- el mariscal Pietro Badoglio en 1936 telegrafió a Benito Mussolini la conquista tras 7 años de guerra colonial.

Ni siquiera en los momentos, queramos o no, conscientes o no, que más imitaron la experiencia de modernización de la izquierda de Crax, que fueron los de Matteo Renzi al frente del Partido Demócrata y el gobierno, la izquierda se atrevió a plantearse el problema. de una revalorización del líder socialista, o de un examen más sereno de su legado histórico. El mismo Renzi se aseguró de decir, como para disculparse por volver un poco sobre su camino de reforma, que prefería el recuerdo opuesto de Enrico Berlinguer al recuerdo de Craxi. El del odio al dirigente socialista estaba en cierto sentido incluso muerto, según la honesta memoria de los hechos y de los hombres contenida en un libro autobiográfico del ex o poscomunista Piero Fassino, como se prefiera.

EL SOCIALISMO REFORMISTA DE CRAXI

Sin embargo, a Bobo Craxi -mi querido amigo Bobo, repito- no le gustó, navegando por Internet, que su hermana recordara el fenómeno de los votos socialistas en el centro-derecha y su participación personal, nada avergonzada, sí orgullosa, en lo que la izquierda produjo algo paradójico con sus errores en el escenario político italiano. Él, como muchos otros amigos, por ejemplo Ugo Intini, sigue persiguiendo la esperanza, el sueño, la ilusión -llámese como quiera- de que en el socialismo autónomo y reformista de Bettino Craxi una cierta izquierda pueda reconocerse o encontrarse tarde o temprano. torpe y resentida de que no es casualidad que haya terminado en la oposición. E incluso llega a cuestionar el carácter ahora de emergencia de un fenómeno como el de la inmigración que no el gobierno de Roma, sino Italia, se ve obligado a afrontar sin la adecuada solidaridad de la Unión Europea. El presidente del Partido Popular Europeo y líder del grupo en el Parlamento de Estrasburgo, Manfred Weber, lo acaba de reconocer en una lamentable entrevista al Corriere della Sera .

¿Que estamos haciendo? ¿Deberíamos colocar ahora también al PPE en la camarilla internacional, llamémoslo así, de los infractores reales o potenciales de la ya mencionada disposición transitoria duodécima de la Constitución italiana? ¿Les ponemos el fez fascista y las botas altas a los herederos no de Hitler sino de Konrad Adenauer, Helmut Kohl y la aún viva Angela Merkel? Vamos, seamos serios.


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en StartMag en la URL https://www.startmag.it/mondo/diaspora-socialista-craxi-italia-effetti/ el Sat, 22 Apr 2023 04:58:51 +0000.