La obra de Sergio Mattarella

La obra de Sergio Mattarella

Sergio Mattarella en el estreno de La Scala de Milán: hechos y comentarios

La distracción política del cartel , que esta vez quería desairar el ya histórico acontecimiento teatral de Milán, fue subsanada por La Stampa con el picaresco título que pillaba en plena faena, por así decirlo, "la derecha en la Ópera" en el palco real de la Balanza y alrededores. Donde todo parecía conspirar a favor de la primera ministra Giorgia Meloni en su debut social, además a la izquierda del jefe de Estado y del presidente del Senado.

"La burguesía milanesa elige el negro", escribió Annachiara Sacchi en el Corriere della Sera , contando que "los habituales de La Scala prefieren los esmóquines y los tonos oscuros tranquilizadores". Y "sin mascarilla", añadió en alusión, no sé si voluntaria o casual, a la poca popularidad que parecen tener en la derecha las defensas contra el Covid.

En medio de tanta maldad -voluntaria o accidental, repito- permítanme señalar la pertinencia del trasfondo político en el que la reportera de La República Brunella Giovara quiso ver, escuchar y contar la ovación recibida por Sergio Mattarella a su llegada al escenario. "el verdadero rey", por muchas "estrellas" que lo flanqueen de vez en cuando. Un rey "aclamado como eterno salvador de la patria o algo así". “Por otro lado -menciona Giovara- el año pasado se había visto abrumado por los pedidos de un bis (del mandato, que luego se cumplió como una profecía nacida en las tablas de La Scala). Tan querida y respetada -todos se pusieron de pie, durante 5 minutos de aplausos- que incluso la presidenta Von der Leyen "dijo que estaba impresionada", relató más tarde Sala, la alcaldesa de Milán. Quien, de pie en el escenario junto al jefe alemán de la Comisión Europea, pudo de hecho reunir sus confidencias, etc.

Sí, el año pasado. Precisamente en La Scala –en medio de muestras de intolerancia del interesado que el propio alcalde de Milán instaba a no confundir con hostilidad hacia un público tan generoso– se inició con mucha antelación, por así decirlo, la campaña popular de promoción de la confirmación del entonces presidente saliente de la República. Luego se desarrolló durante más de un mes en las plazas y calles donde incursionó Mattarella. Y en los salones del Quirinale donde el jefe de Estado interrumpía de vez en cuando el embalaje de libros y todo lo destinado a la mudanza para recibir visitantes de todo tipo. Quien invariablemente le pedía que se quedara y que dejara de decir que no.

Las negativas de Mattarella fueron tomadas tan en serio por el entonces primer ministro Mario Draghi como para inducirle imprudentemente a proponerse como sucesor en la rueda de prensa de finales de año, cuando respondió a las preguntas sobre la sucesión precisamente en el Quirinale declarándose "un abuelo a disposición" de las instituciones. ¡Él nunca lo hizo! Draghi sólo salió perjudicado por ello, ante el que también él se sumó al coro de peticiones de permanencia al jefe de Estado, esta vez consiguiendo después de que los partidos en su credulidad ya se habían quemado entre negociaciones más o menos secretas y votaciones en Montecitorio bastante tiempo. muchas pocas aplicaciones.

No está mal recordar todo esto, a la sombra de Boris Gudunov aplaudido anoche durante trece minutos por el público del teatro milanés vestido mayoritariamente de oscuro. Tampoco está mal entender, a pesar de la sorpresa que todavía muchos muestran, cómo llegamos a la oscuridad leída y vista políticamente por la Prensa con ese título a modo de manifiesto mostrado al principio.


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en StartMag en la URL https://www.startmag.it/mondo/lopera-di-sergio-mattarella/ el Thu, 08 Dec 2022 09:33:45 +0000.