La democracia no es libre.

La democracia no es libre.

“Los caminos de la democracia” de Yves Mény leído por Tullio Fazzolari

La Europa que va a votar dentro de dos semanas para elegir el nuevo parlamento ha inventado la democracia. También lo perdió durante muchos siglos y luego lo recuperó. En algunos casos, para devolver la soberanía al pueblo, bastaba que los legisladores redactaran una constitución. En muchos otros, fueron necesarias revoluciones y guerras civiles. Y, si hoy la democracia se considera un bien precioso e indiscutible, no se debe olvidar el largo y difícil camino por el que se obtuvo. Para recordarlo y ser más conscientes de la fortuna que hemos heredado, conviene leer "Los caminos de la democracia" (il Mulino, 256 páginas, 16 euros) de Yves Mény, célebre politólogo francés y autor de otro interesante libro Hace unos años, “Gente, pero no demasiada” (publicado también por el Mulino). El nuevo ensayo es, de hecho, la historia de un gran ideal que, a través de varias etapas, ha llegado a su realización.

Los orígenes se encuentran en la antigua Grecia cuando los atenienses se liberaron de la tiranía. Luego en la república romana donde para hablar de democracia no basta con expulsar al malvado rey Tarquinio el Soberbio sino que se necesita la capacidad de mediación de Menenio Agripa para superar los conflictos entre patricios y plebeyos y convertirlos en un solo pueblo. Desde el principio hubo problemas difíciles de superar. Los primeros legisladores que crean un sistema democrático casi siempre terminan favoreciendo a las elites. Sólo eres ciudadano de pleno derecho si tienes unos ingresos adecuados. Y sólo se aplica a los hombres mientras que las mujeres están destinadas a esperar más de mil años. En pocas palabras, incluso la democracia nace imperfecta. Pero, como dijo Winston Churchill, sigue siendo mejor que todos los demás sistemas. Y sobre todo tiene la ventaja de poder ser mejorado por la voluntad popular.

Durante siglos Europa estuvo dominada por emperadores y papas, por reyes y señores feudales. Los municipios medievales empiezan a escapar de esta sumisión y, una vez más, los promotores del cambio son las clases burguesas pero finalmente resurge la idea de que el mayor número posible de ciudadanos se sientan representados. La democracia se convierte en sinónimo de libertad e independencia, pero el camino para llegar allí aún es largo. Los acontecimientos decisivos, que el libro de Yves Mény reconstruye cuidadosamente, comienzan con la revolución inglesa del siglo XVII e incluso si la monarquía regresa al poder, Inglaterra tendrá para siempre un nuevo orden. El gran punto de inflexión es la independencia americana, que será fuente de inspiración para la Revolución Francesa. Llegamos de manera definitiva e inequívoca a la enunciación de los principios de libertad e igualdad. El camino principal que llega hasta nuestros días fue trazado de una vez por todas y fue lo suficientemente fuerte como para resistir restauraciones y dictaduras. Sin embargo, “Los caminos de la democracia” nos ayuda a comprender que la democracia no es libre. Después de conquistarlo se puede perfeccionar pero sobre todo hay que defenderlo. En primer lugar yendo a votar.


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en StartMag en la URL https://www.startmag.it/mondo/la-democrazia-non-e-gratis/ el Sun, 26 May 2024 06:06:28 +0000.