Aquí está la jaula contable de la política económica del gobierno de Meloni

Aquí está la jaula contable de la política económica del gobierno de Meloni

Apuestas y márgenes dentro de los que tendrá que moverse el Gobierno de Meloni en política económica. El análisis de Giuseppe Liturri

Quienes, dentro de unos días, asumirán responsabilidades de gobierno, conviene no distraerse con el tedioso pasatiempo -útil sólo para llenar páginas de diarios destinados al olvido o, ojalá, ni siquiera leídos- de leer notas desde la distancia.

Los que se preocupan por el destino del país solo pueden estar de cabeza en las páginas de la Actualización de la Def (Nadef) y el documento de planificación presupuestaria (Dpb) enviado a Bruselas hace unos días.

A partir de esos números habrá que empezar a buscar el máximo espacio disponible para mitigar el impacto de la ya inevitable recesión provocada por la crisis de los precios de la energía.

Este año esos documentos tienen aún más valor, porque marcan la línea divisoria entre el gobierno saliente y el entrante. De hecho, solo exponen la parte llamada "tendencial" o la legislación vigente y la parte "programática" correrá a cargo íntegramente del próximo gobierno. Esos números marcan el límite entre lo que Mario Draghi entrega al próximo gobierno y lo que éste debe y puede hacer. También marcan otra frontera, a saber, lo que Bruselas y el BCE y, con él, los mercados, permitirán que haga el nuevo gobierno. La primera frontera es clara, la segunda tiene márgenes de flexibilidad a explotar hasta el último céntimo.

Comencemos con el déficit / PIB. Draghi entrega al próximo Gobierno un 5,1% para 2022 y un 3,4% para 2023. Medio punto por debajo del 5,6% y 3,9% estimado con el Def de abril.

¿Hasta dónde puede llegar el próximo gobierno? Para 2022 queda cerca de medio punto del PIB (poco menos de 10.000 millones) que se destinará a prorrogar las medidas ya adoptadas por el Gobierno de Draghi y que vencen en noviembre. Cabe recordar que se trata esencialmente del retorno de los mayores ingresos tributarios (para noticias: agosto + 23,1% sobre agosto 2021) inflados por la recaudación del IVA calculada sobre bases imponibles infladas por inflación. Un juego de ronda simple.

Para 2023, ya hay una lista de la compra que ronda los 40.000 millones. Baste decir que las bonificaciones fiscales para empresas intensivas en gas, intensivas en energía y no intensivas en energía, en octubre y noviembre solicitaron una dotación de 9.500 millones. Luego está la reducción de los cargos del sistema, el bono de la factura social y los 2 puntos de menor aporte a favor de los empleados. A esto se le sumarán algunas medidas condicionantes para la política económica del nuevo gobierno (tasa plana hasta 100.000€?). Es fácil llegar a nada menos que 3 puntos del PIB lo que podría llevar la relación déficit/PIB entre el 6% y el 7%. Pero aquí entra el denominador que se beneficia de dos efectos: el efecto multiplicador del gasto y el crecimiento del PIB nominal. En cuanto al primer punto, estamos realmente en terrenos desconocidos: ¿cuánto PIB adicional genera un déficit adicional de 60 mil millones? Hay demasiadas incógnitas y no es este el lugar para aventurarse en disertaciones sobre los multiplicadores del gasto, un terreno resbaladizo que en el pasado ha visto caídas sensacionales. El Mef debió haber actualizado sus modelos econométricos.

Sobre el segundo punto, se puede decir algo más. La premisa decisiva es que el déficit/PIB se calcula sobre el PIB nominal (o precios corrientes) que tiene en cuenta la inflación. Y aquí vienen las sorpresas positivas. Para 2023, el crecimiento del PIB real (es decir, neto del efecto del aumento de precios), esperado en abril, fue del 2,4 %, en septiembre el Nadef lo redujo al 0,6 % (pasemos por alto la última corrección del FMI al -0,2 %). Pero el crecimiento nominal solo experimentó una modesta corrección del 4,6% al 4,4%, porque estuvo respaldado por un "deflactor del PIB" -que convierte el PIB nominal en PIB real- que aumentó del 2,2% al 3,7%. El deflactor del PIB ha aumentado debido a las previsiones de mayor inflación y suele ser una cifra muy cercana a la tasa de inflación de los precios al consumidor del país. Pero esta vez es diferente y la diferencia merece ser señalada.

En los últimos meses gran parte de la inflación es importada, debido a los productos energéticos y, dado que las importaciones reducen el PIB, esta inflación importada no contribuye al aumento del PIB a precios corrientes. Y por tanto el crecimiento de este último es muy inferior al que hubiésemos esperado si la inflación sólo la generara el consumo interno. Observamos así una diferencia significativa entre la inflación medida sobre precios al consumidor (en septiembre igual a 9,5%) y la que contribuye a aumentar el PIB nominal. Baste observar que en 2022, el deflactor de las importaciones es igual al 20,9%, mientras que el deflactor del PIB es igual al 3%. En 2023 las distancias deberían disminuir pero el fenómeno se mantiene.

Aunque debilitada por el mecanismo recién descrito, en 2023 la inflación debería contribuir a aumentar el denominador de la relación déficit/PIB probablemente más de lo estimado en septiembre. La drástica revisión al alza realizada entre abril y septiembre apoya esta hipótesis.

Las buenas noticias terminan ahí. Porque para definir el límite superior de déficit/PIB más allá del cual el gobierno por nacer no podrá ir – so pena de ser sometido a las flechas de la Comisión y los mercados debidamente cebados por esta última – están las reglas del Pacto de Estabilidad que nuestro gobierno de hecho está respetando y, sobre todo, ya prometió respetar con el último Nadef. Donde se lleva un seguimiento preciso del proceso de acercamiento de nuestro déficit estructural/PIB al objetivo de mediano plazo (OMP) que equivale a un superávit astronómico del 0,25%, como si no estuviera vigente la cláusula de salvaguardia. Esta fue la razón por la que en 2022, el gobierno de Draghi luchó tenazmente para no hacer más cambios presupuestarios "verdaderos". Porque necesariamente tenía que mostrar una fuerte disminución del déficit/PIB estructural respecto a 2021 y así respetar la senda hacia el MTO.

En 2023, el camino trazado es el mismo. La convergencia del déficit estructural/PIB hacia el OMP exige una disminución de 0,6 puntos porcentuales y la cláusula de salvaguardia activada nos salva, de momento, únicamente del procedimiento sancionador. Así, partiendo de un déficit estructural/PIB de 2022 del 5,5%, deberíamos bajar al 4,9%. Teniendo en cuenta que la tendencia para 2023 es igual a 3,6%, existe un espacio fiscal teóricamente permitido por la Comisión equivalente a solo 1,3 puntos del PIB. Unos 25 mil millones, una bagatela.

Esto es en términos estructurales. Sin embargo, cabe destacar que la mayoría de las medidas para combatir la crisis serían puntuales y temporales y, por tanto, excluidas de este saldo (por ejemplo, en 2020 el saldo estructural fue del 5 %, frente a una deuda neta del 9,5 %).

Pero aquí entran en juego el BCE y el mercado financiero. Incluso si se trata de medidas únicas, siempre existe la necesidad de que alguien suscriba esos bonos del gobierno. Entre 2020 y 2021, el BCE se encargó de absorber la práctica totalidad de las emisiones adicionales del Tesoro (258.000 millones de necesidades del Estado) con compras en el mercado secundario. Desafortunadamente, ahora estamos en una situación en la que el BCE incluso está pensando en comenzar la venta de esos bonos, la inflación está en aumento y las tasas también. Otro mundo.

Es cierto que en marzo de 2020 el BCE pasó en apenas seis días del “no estamos aquí para reducir diferenciales” al lanzamiento de un programa de compras de 1.850 millones de euros, pero las posibilidades de que vuelva a hacerlo son muy modestas.

Entonces, ¿Qué haces? Está el MEDE, que podría desembolsar hasta 400 000 millones para todos los estados de la eurozona, y están los aproximadamente 200 000 millones de préstamos del Fondo de Recuperación que aún están disponibles. La toxicidad política de estas soluciones es muy alta.

Pero esta será la línea Piave del próximo gobierno. Si consiguiera obtener una deuda neta de nada menos que un 6,5/7% con el beneplácito de la Comisión y los mercados -por tanto sin acceder a préstamos de "rescate" de la UE- sería un gran éxito político.

Si, por el contrario, el gobierno sigue atestiguado por el camino ya trazado por Draghi -déficit/PIB estructural programático de alrededor del 5%- o cede al chantaje de los préstamos de la UE como último recurso para financiarse, entonces los italianos pronto tener la oportunidad de dar a conocer quién, entre el original y la copia, prefiere el primero.


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en StartMag en la URL https://www.startmag.it/economia/bilancio-politica-economica-governo-meloni/ el Tue, 18 Oct 2022 05:07:41 +0000.