“Healthy Vaccine Bias”, es decir, lo que puede invalidar la evaluación de la efectividad de las vacunas

La ciencia no es una serie de Ipse Dixit, correcto o incorrecto, creencia absoluta versus herejía, sino que es, o debería ser, una discusión y verificación continua. Desgraciadamente esto cada vez ocurre menos y el mundo académico y la investigación lo padecen, como también demuestran los recientes escándalos.

Por ejemplo, siempre se ha hablado de la excepcional eficacia de las vacunas en la reducción de la mortalidad, llegando incluso a picos del 90% en la prevención de muertes. Sin embargo, algunos médicos tienen una duda y la expresan a través de los canales académicos normales, es decir, con una carta a una revista científica, en este caso, el New England Journal of Medicine.

Los Drs. Hoeg, Duriseti y Prasag escriben, refiriéndose a la investigación de Arbel de diciembre de 2021 que mostró una eficacia de la vacuna del 90 % en la prevención de muertes.

La mortalidad ajustada del 90 % más baja debido a la COVID-19 informada entre los participantes que recibieron un refuerzo no puede, con certeza, atribuirse al refuerzo. El "sesgo de vacunación saludable" en esta población también puede haber llevado a una sobreestimación de la eficacia de la vacuna en estudios similares realizados por Clalit Health Services. La inclusión de la mortalidad no relacionada con la COVID-19 en todos los estudios observacionales de la vacuna contra la COVID-19 proporcionaría un contexto importante.

Qué significa ? Que si bien la mortalidad se calculó sobre toda la población de personas no vacunadas, incluso las personas extremadamente enfermas que de todos modos habrían muerto, el refuerzo de la vacuna se administró en cambio a personas relativamente sanas, excluyendo a aquellas que tenían patologías fatales. Esto quiere decir que si consideráramos 100 personas en el grupo de no vacunados y 100 en el grupo de vacunados, también había enfermos graves en el primer grupo, mientras que en el segundo grupo estos estaban excluidos. Por lo tanto, es lógico que haya un sesgo en la mortalidad entre los dos grupos, sin embargo, el primero habría mostrado más muertes de todos modos, porque incluía personas extremadamente enfermas. Se habría violado la igualdad exacta entre el grupo tratado y el grupo de control. Este es un problema que suele surgir en las investigaciones relacionadas con las vacunas, y se debe a que las personas gravemente enfermas no se vacunan

La disputa forma parte del proceso científico normal y de hecho obtiene una respuesta: los autores del estudio original admiten que no se ha vacunado a los hospitalizados graves con otras patologías. Por lo tanto, la efectividad del 90 % en la prevención de la mortalidad con refuerzos estaría inflada y necesitaría correcciones, como señalan los propios autores del estudio.

Observo que la misma revista publicó investigaciones originales, disputas científicas y respuestas de los investigadores. Porque así debe funcionar la ciencia, la ciencia de verdad, no con prohibiciones y cárceles para los manifestantes. Las quejas se responden, si tienes algo que decir.


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