Los peligros ocultos de las CBDC para los bancos centrales

A medida que el mundo se acelera hacia una sociedad sin efectivo, los bancos centrales de todo el mundo se preparan para introducir sus propias monedas digitales de bancos centrales minoristas, comúnmente conocidas como CBDC.

Estos tokens digitales prometen múltiples beneficios sobre el efectivo tradicional. Sin embargo, existen riesgos innegables y peligros potenciales que podrían poner en peligro la integridad de las mismas instituciones que los crean.

Avances y complejidad de las CBDC

La evolución de las monedas digitales presenta tanto oportunidades como desafíos para los bancos centrales, particularmente para lograr un equilibrio entre permitir transacciones minoristas innovadoras basadas en CBDC y no reemplazar completamente los pagos privados.

Tradicionalmente concebidas como un sustituto digital directo del efectivo, las CBDC ahora tienen el potencial de diseñarse para distintos propósitos.

Informes de autoridades financieras como la Autoridad Monetaria de Singapur ilustran el concepto de "dinero de propósito". Los CBDC podrían designarse para usos particulares, como gastar dentro de un período de tiempo específico o en ciertos minoristas.

Esta funcionalidad introduce beneficios potenciales para la política económica. Por ejemplo, los pagos de estímulo del gobierno podrían estar diseñados para expirar, alentando a los beneficiarios a gastar en lugar de ahorrar, mejorando así el impacto económico.

Sin dinero en efectivo, están surgiendo más opciones, como la implementación de tasas de interés nominales negativas para desalentar el ahorro y promover el gasto durante las recesiones económicas graves.

Las características programables de las CBDC también se prestan para permitir arreglos financieros más complejos en los que los fondos se liberan automáticamente cuando se cumplen todas las obligaciones contractuales.

Si bien estas innovaciones presentan vías interesantes para mejorar la viabilidad económica y social, también arrojan sombras de riesgo. Un sello distintivo del efectivo es su naturaleza anónima y su estabilidad nominal.

Sin embargo, la introducción de unidades separadas de dinero del banco central podría conducir potencialmente a mercados secundarios donde estas unidades se negocian a diferentes valores, perturbando el equilibrio monetario.

Además, la percepción de las CBDC como más seguras que los depósitos de los bancos comerciales, debido a la naturaleza infalible de los bancos centrales, podría desencadenar un cambio de fondos a gran escala hacia las billeteras de las CBDC.

Esto podría agotar severamente los depósitos bancarios, poniendo a los bancos centrales en una posición incómoda para tomar decisiones de asignación de crédito.

Mitigar los riesgos

Varias medidas pueden mitigar potencialmente estos riesgos. Las herramientas criptográficas podrían controlar el uso de CBDC y mantener la privacidad de las transacciones más pequeñas.

Los límites en los saldos de billeteras digitales de CBDC podrían desalentar la fuga de depósitos de los bancos. Las barreras legislativas podrían evitar que los bancos centrales se enreden demasiado con las operaciones gubernamentales.

Sin embargo, estas innovaciones también conllevan peligros matizados. Los bancos centrales pueden verse como agentes políticos si su supervisión de las transacciones de pago se utiliza para la vigilancia o el cumplimiento de la ley.

Además, una transferencia significativa de ahorros de los bancos comerciales a los bancos centrales durante las crisis financieras podría perturbar potencialmente el sector bancario.

Aún más alarmante, los gobiernos podrían usar las CBDC como una herramienta para promover sus propios objetivos sociales, limitando el uso de dinero digital para ciertos productos o servicios considerados socialmente indeseables.

La aparición de las CBDC conlleva un inmenso potencial y profundos riesgos. Cuanto más funcionales sean estas monedas digitales, más presiones políticas pueden enfrentar los bancos centrales, amenazando su independencia, credibilidad y legitimidad.

Mientras nos encontramos al borde de esta revolución de la moneda digital, los bancos centrales deben navegar con cuidado la línea entre la innovación y el riesgo.

De hecho, sería un desafortunado giro del destino si la digitalización del dinero del banco central, destinada a preservar su relevancia, terminara erosionando las mismas características que lo hacen confiable.