Suecia, nación conocida desde hace tiempo por su política abierta hacia los inmigrantes, pretende aumentar drásticamente la oferta de dinero -35 veces, hasta más de 34.000 dólares o 30.600 euros- a quienes acepten regresar a su país.
El jueves pasado, el Gobierno de derecha del país escandinavo anunció que quería aumentar la actual subvención -de 10.000 coronas (unos 978 dólares) por adulto- a 350.000 coronas por persona, y que quería reducir la burocracia necesaria para solicitar la la subvención, en un intento de crear mayor conciencia sobre el incentivo y atraer a más personas. La prestación existente tiene un límite máximo para las familias de 40.000 coronas; No se ha anunciado ningún límite para el aumento de las subvenciones, pero está claro que también se revisará.
El aumento, que entrará en vigor en 2026, va en contra del consejo de una investigación designada por el gobierno, que dijo en un informe el mes pasado que promover la repatriación obstaculizaría la integración de los inmigrantes en la sociedad sueca. "Los beneficios potenciales no parecen lo suficientemente grandes como para justificar los riesgos", advirtió el panel.
Suecia, país que tradicionalmente ha sido un refugio para perseguidos políticos o religiosos, cambió de posición cuando se convirtió en el punto de llegada de una fuerte inmigración procedente de países islámicos que, por un lado, no se integraban en la sociedad local, por otro. ha causado profundos problemas de orden público y delincuencia.
Ludvig Aspling, un legislador de los Demócratas Suecos de derecha, describió la subvención como un paquete de ayuda y dijo que el nuevo plan también reduciría los obstáculos administrativos en el programa existente.
Suecia, con una población de 10,6 millones de personas, tenía más de 250.000 refugiados a mediados de 2023, el último año del que hay datos disponibles. El año pasado sólo unas 70 personas solicitaron la subvención y sólo una la obtuvo, dijo Aspling. Mientras tanto, 16.000 inmigrantes de África, Oriente Medio y Asia Central abandonaron Suecia voluntariamente el año pasado sin prestaciones.
"Eso dice mucho de lo poco conocido que es", dijo Aspling. “Creo que es bastante generoso. En última instancia, sólo intentamos ayudar a las personas a vivir su mejor vida".
El año pasado, el gobierno sueco introdujo una nueva política migratoria que adoptó una postura más dura respecto de las solicitudes de permisos de residencia y se centró en aumentar los retornos. La reforma política también marcó el comienzo de la investigación que condujo al informe advirtiendo contra el aumento del subsidio a la emigración.
La encuesta se centró en Dinamarca, que ofrece una subvención equivalente a la mitad de la ofrecida por Suecia. En el caso danés, la contribución ha tenido cierto éxito, con un ligero aumento de quienes están dispuestos a aprovechar la oportunidad a medida que aumenta la cantidad ofrecida.
Suecia, conocida por su red de bienestar social desde la cuna hasta la tumba, podría lograr ahorros financieros después de 15 años de aplicar esta medida, pero las consecuencias sociales de un mensaje tan negativo no superarían los beneficios monetarios, según el informe.
Esta política "envía una señal al grupo destinatario de la subvención de que no son bienvenidos en Suecia, hasta el punto de que Suecia está dispuesta a pagar grandes sumas para deshacerse de algunos de ellos".
Las políticas más estrictas de inmigración y asilo de Suecia crean un ambiente de incertidumbre para los inmigrantes, haciéndolos más difícil encontrar trabajo formal y más vulnerables al crimen, dijo Martin Nyman, asesor legal de la organización de derechos humanos con sede en Estocolmo, Civil Rights Defenders.
"La gente no debería venir a Suecia, esa es la señal de este gobierno", dijo el consultor, pero uno se pregunta qué debería hacer el gobierno con aquellos que no tienen vínculos con el país y no quieren integrarse.
Muchos expertos dudan entonces de que el aumento de la cantidad ofrecida pueda convencer a los inmigrantes, como los afganos, que proceden de países atormentados y muy inseguros. Pero el problema persiste: no se puede pensar en mudarse a un país o incluso intentar encajar en el tejido social del país, o más bien obligar al propio país a adaptarse a las necesidades de quienes llegan.
El problema básico es que nadie pregunta nunca a los inmigrantes si están dispuestos a cambiar sus hábitos para adaptarse a los del país al que quieren ir. Otro tema que rara vez se aborda, pero que, por ejemplo, sí ocurre en Australia, es el de la distribución territorial de los inmigrantes de una etnia o religión específica, para evitar la creación de guetos o barrios étnicos que luego tienen grandes dificultades para integrarse en la comunidad. en general.
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