Esta vez es diferente

Las cifras, es cierto, no coinciden con la realidad . Pero conocerlos en orden de magnitud ayuda a defenderse de las distorsiones de uno mismo y de los demás. Una pequeña página alojada en el sitio web del Gobierno informa sobre las cifras de persecución del siglo pasado. En Italia en 1938, los judíos italianos contados eran unos 47.000, lo que equivale a poco más del 0,1% de la población de la época. Después de la introducción de las leyes raciales, unos 200 maestros, 400 empleados públicos, 500 empleados privados, 150 soldados y 2500 profesionales perdieron sus puestos de trabajo. La prohibición de asistir a las escuelas del Reino obligó a 200 estudiantes universitarios, 1.000 estudiantes de secundaria y 4.400 alumnos de la escuela primaria a abandonar sus estudios. Cinco años después comenzaron las deportaciones. Con la firma del armisticio el 8 de septiembre de 1943 y la ocupación alemana, casi 7.000 personas fueron trasladadas a campos de prisioneros. Solo regresaron 837.

Como siempre, esta vez también es diferente. Las persecuciones estatales difieren mucho en sus motivos, menos en sus trayectorias. Pueden apuntar a una condición (ingresos, discapacidad, etnia, etc.) o una elección (orientación política, credo, estilo de vida, etc.) que, por lo tanto, primero debe definirse, institucionalizarse, certificarse. Sin embargo, para que esta fase preparatoria y discriminatoria sea seguida por otras más violentas y propiamente persecutorias, también se debe cumplir una segunda premisa, es decir, que el grupo objetivo es una minoría. De lo contrario, no sería posible golpearlo sin afectar la estructura llamada a hacerse cómplice o al menos indiferente.

Muchos se preguntan en estas horas cómo resistir. No creo que haya una forma "correcta" de hacerlo, cada uno actúa según lo que siente y sabe, en las plazas, en las canchas, en las asambleas, en los periódicos, en la familia, desde el púlpito . La variedad de registros también es fortaleza, la capacidad de mantener abiertos múltiples frentes. Pero no es necesario insistir en cómo si los cuantos no se cultivan. No necesitas unidad sin cantidad.

Lo que hemos presenciado durante meses es el intento a gran escala, sin parsimonia de medios y expedientes, de crear una minoría contra la que finalmente enfurecernos. No espera nada más. Pero hasta entonces la máquina se demorará en los preparativos de propaganda y odio, de persuasión y anuncios, de amenazas y alarmas, de golpear a unos pocos para educarlos a todos. Sin consentimiento no hay mayoría y sin mayoría no hay minoría, no hay luz verde para dar rienda suelta a la caza.

Esta vez es realmente diferente. Y debe seguir siendo y ser cada vez más, a costa de todos los sacrificios posibles. No hay otra salvaguarda, la decencia política, la rémora jurisprudencial, la memoria, no hay otro diafragma. También es necesario que seamos conscientes de esta diversidad, que no creemos en ella, quizás presumiendo de ella, solitarios y rodeados. No se necesitan héroes, sino una masa burda, anónima e inerte, un impedimento bovino que aparta la mirada del espectáculo obsceno de la alta dirección y del coágulo en el que han fusionado sus voces en un intento de homologar lo representado por manipulando las representaciones y representantes, para alterar el qué reemplazando el espejo.

Estos son los números, no los de la última vez. Si se quedan así, tal vez sucedan más, tal vez peores, pero tendrán que hacerlo solos.


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en el blog Il Pedante en la URL http://ilpedante.org/post/questa-volta-e-diverso el Wed, 28 Jul 2021 09:27:32 PDT.