Lo que ocultan las tensiones entre Turquía y Francia

Lo que ocultan las tensiones entre Turquía y Francia

Hechos y comentarios sobre la fibrilación entre Francia y Turquía. Cursiva de Teodoro Dalavecuras

El boicot a los productos franceses proclamado en los últimos días por Recep Tayyp Erdogan no es nada nuevo.

Después de largas vacilaciones, el 22 de diciembre de 2011 Francia, con un voto casi unánime (de una Assemblée Nationale casi desierta, además) pronunció oficialmente la condena de la masacre de más de un millón de armenios perpetrada por Turquía en 1915, calificándola de "genocidio" y calificándola el crimen es la negación. Inmediatamente después, Turquía, ya gobernada por Erdogan en ese momento, retiró a su embajador en París, prohibió a los aviones militares franceses sobrevolar territorio turco y lanzó una campaña para boicotear a Francia y sus productos.

Más allá del mérito de esta votación (instada por Nicolas Sarkozy a ganarse el favor de la numerosa e influyente comunidad armenia de Francia con vistas a las elecciones), cabe señalar que la reacción turca fue parte de una especie de rutina: Ankara nunca ha tolerado que con referencia a la masacre de más de un millón de civiles armenios indefensos de cualquier edad sacados de sus hogares con el propósito de reprimirlos, se use la palabra "genocidio" y esto – hay que admitirlo – con buen éxito: hasta ahora solo Aproximadamente treinta de los casi doscientos países miembros de la ONU se atrevieron a desafiar la ira de Erdogan y sus predecesores: incluso Estados Unidos recurrió a un expediente mediocre, votando luego de la presión ejercida sobre el presidente Obama para una resolución parlamentaria simbólica que, incluso esto, despertó las vivas protestas de los turcos aunque es algo que se puede revocar a voluntad.

Recuerdo estos hechos para destacar que Turquía, que no olvida su no lejano pasado imperial, nunca ha dejado de preocuparse activamente por lo que, bajo diversas denominaciones, siempre ha sido uno de los dos ingredientes (junto con los cañones, o mejor para decir los cruceros con la Media Luna frente a Rodas) del poder imperial: la capacidad de imponer al resto del mundo, con la amenaza de sanciones, una narración de la propia historia y de la historia en general que agrada al emperador, reclamar y practicar "libertad de expresión" ilimitada a expensas del resto del mundo.

Para Europa (entendida como una "Unión" con muchas comillas) obviamente el problema no es ni siquiera el soft power sino el power tout-court, en el sentido de que desde el principio siempre ha apuntado, con inquebrantable coherencia, a esa forma de poder melifluo y sobre todo apolítico que es particularmente invasivo en la vida cotidiana de los ciudadanos pero que no tiene curso legal en las relaciones internacionales y no requiere ninguna forma de auténtica legitimidad democrática, lo que se llama burocracia. Así, tras el último alboroto de Erdogan, que no bastó para llamar psicópata a Emmanuel Macron y desatar el boicot a Francia, acusó a Europa, pocos días después de la decapitación, por un seguidor de Alá del profesor francés Samuel Paty. Para perseguir a musulmanes como nazis y judíos, Europa ha "reaccionado" definiendo "inaceptable" este lenguaje que "aleja aún más" a Turquía de Europa.

Más allá de lo cómico, más que de lo patético, de este tipo de "anti-retórica" ​​europea, no debemos olvidar que este último resurgimiento retórico del sultán de Ankara tiene como objeto la libertad de expresión del pensamiento: se mata, tal vez se organizan masacres porque alguien ha ofendido públicamente el sentimiento religioso de otra persona y Turquía se erige como el santo patrón de los "ofendidos" (nuevamente lógica imperial). Tampoco podemos olvidar que parte de la Europa oficial está convencida de que ciertas masacres, ciertas reacciones sangrientas no deben "buscarse" con caricaturas demasiado provocativas (un poco como ciertas violaciones …).

No voy a entrar en los méritos, todo el mundo piensa como quiere. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme qué sentido, en estas condiciones, la persistente pretensión, en Bruselas, de subordinar los fondos de la próxima generación de la UE al respeto de los cánones del Estado de derecho: ¿de qué estado? ¿Qué derechos? ¿El "derecho a la blasfemia" del que habla Macron, o el de los fanáticos islámicos para lavar con sangre las ofensas contra su profeta?

Si bien tenemos una última pregunta, si está permitida: considerando que tanto Europa como Turquía son parte de ella, es tan incorrecto hablar, como lo hizo Macron, hace un año, de "muerte cerebral" del ¿Nacido?


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en StartMag en la URL https://www.startmag.it/mondo/cosa-celano-le-tensioni-tra-la-turchia-e-la-francia/ el Sat, 31 Oct 2020 07:36:46 +0000.