El puente, el teleférico y las obscenidades

El puente, el teleférico y las obscenidades

El cameo de Riccardo Ruggeri no solo en el teleférico de Mottarone

Mi interés en el caso Funivia ciertamente no concierne a los roles y responsabilidades de los tres: “el Jefe”, “el Técnico”, “el Operativo”. El problema está en manos de los magistrados, como sigue en sus manos el del Puente Morandi. Sin comentarios, espero la verdad judicial, para mí solo reflexiones, y profunda tristeza.

Ambos casos tienen en común lo que llamo "la obscenidad del gesto", que para el teleférico significaba poner una herramienta para bloquear el freno, en lugar de bloquear el teleférico, que habría bloqueado el "giro".

¿Será captado este aspecto por los ciudadanos? ¿O terminará todo como lo fue para Mani Pulite o para Ponte Morandi, con la búsqueda del “chivo expiatorio”, para cerrar el expediente?

En 2020 escribí sobre el personaje que considero más emblemático en el mundo de la justicia humana actual: el "Chivo expiatorio", que no siempre coincide con el culpable (ver Alberto Mittone y Fulvio Gianaria, De la parte del investigado Il Mulino, 1987).

Así nació El juicio de Achille K., una novela que recomiendo a personas respetables. Es la historia kafkiana de un personaje, Achille K. siempre presente en la tríada: el “Jefe”, el “PM”, el “Chivo expiatorio”. En la novela, Achille K. es descrito como inocente, y según la tradición evangélica lo es, y paga por los pecados que no son suyos "centrando los males del mundo en sí mismo". Pero él, por una serie de consideraciones y elecciones, se declara culpable y es condenado, mientras que el verdadero culpable (el "Jefe") se salva.

El capitalismo de los directores ejecutivos no sería concebible sin el "chivo expiatorio", porque representa el material de desecho del modelo. En aras de la integridad, volvamos a Mani Pulite, de donde nace todo.

Importantes políticos pedían maxi-sobornos a importantes empresarios y estos, a través de sus colaboradores-portadores, pagaban a los tesoreros de los partidos, obteniendo a cambio suministros en condiciones particulares. De esta manera, obtuvieron ganancias obscenas, saqueando el estado. Robaron sus conductas delictivas en el "cabildeo", continuando ensalzando términos como "mercado", "competencia", "meritocracia", "sociedad abierta" en conferencias, en la televisión, en los periódicos. Toda una mierda. Estos "jefes" eran delincuentes comunes que exigían impunidad de género.

Frente a los fiscales alegaron que los culpables eran sus colaboradores (¡aquí está el "chivo expiatorio"!) Que no les habían informado (exactamente como en los casos del Puente y el Teleférico), y mucho menos les dieron órdenes. Pero no supieron responder a la obvia pregunta que obtusamente durante años les planteé a magistrados y empresarios: "Admitieron y no concedieron que no sabían nada, porque uno de sus empleados habría tenido que robarle dinero, no para quedárselo, pero ¿sobornar a los funcionarios públicos para que le ganen más dinero? "

¿Cómo terminó? Los transportistas fueron encarcelados por hablar (obscenidades legales de los magistrados) y luego sentenciados. El único empresario corruptor que también se convirtió en transportista se suicidó, socavando el modelo criminal de sus compañeros snacks. Pero todos los "Jefes", por las buenas o por las malas, lo hicieron estallar.

Supongo que los "Jefes" se decían a sí mismos: ¿Qué hacer para protegerse en el futuro, tanto de la cárcel como de la pérdida de personal? ¿Por qué no volver a la figura evangélica del "chivo expiatorio", para que el magistrado identifique sus responsabilidades (evidentes, inmediatas) y la investigación se detenga en ese nivel, sin involucrarnos?

En estos treinta años, el Poder Judicial ha perdido credibilidad, se percibe como una casta que se equivoca, pero en lugar de aceptar castigos reclama privilegios. En cambio, la casta del capitalismo de los directores ejecutivos ahora domina la escena, puede haber trabajado en secreto para crear una cortina protectora (no solo la ley 231) que preservaría a sus "jefes" y sus privilegios de los magistrados.

¿Cómo? Supongo que con la herramienta que llamo "Presupuesto". En el momento de asumir el rol, el "Operativo" se compromete a ejecutar el mandato respetando el "Presupuesto". El "Jefe", asignado el "Presupuesto", no ordena nada más, no quiere saber nada más, abandona formalmente la escena. Se da a entender que si no respeta el "Presupuesto" está despedido. Y el tapino lo sabe.

Por ejemplo, en el caso del teleférico, pero también se aplica al puente, es el "Operativo" quien ha optado por bloquear los frenos para no bloquear el teleférico, de ahí el "vuelco". ¿No tenía (aparentemente) órdenes, respetaba el "Presupuesto" más que su conciencia? La responsabilidad penal es personal, por lo tanto suya. El caso Ponte Morandi tiene varios pasajes de este tipo, uno muy reciente.

Observo, desanimado, que a nivel de la opinión pública, "la obscenidad del gesto" ya no se comprende, a veces incluso se rechaza.

Me temo que el capitalismo de los directores ejecutivos ha entrado tanto en las terminaciones nerviosas de nuestros cerebros, quemándolos, que aceptamos el crecimiento de la “rotación” como nuestra única prioridad en la vida. Este mantra económico se ha convertido en cultura, porque si aceptas el “Presupuesto” como modelo de vida, automáticamente aceptas ser un “chivo expiatorio”. Y es su "gesto" el que conserva la "rotación".

Sé que estoy desactualizado e irrelevante, pero culturalmente no acepto los casos de Ponte y Funivia, al mismo tiempo lo encuentro todo muy triste.

Comunicación: Miércoles 9 de junio, a las 20 h. Marco Piraccini y yo presentaremos el debate sobre el “gesto obsceno” del teleférico en la “Sala” de Zafferano. Noticias en Clubhouse. Cualquiera que desee participar, escriba un correo electrónico a “[email protected] para recibir la invitación.

Azafrán.news


Esta es una traducción automática de una publicación publicada en StartMag en la URL https://www.startmag.it/mondo/il-ponte-la-funivia-e-le-oscenita/ el Sun, 06 Jun 2021 05:10:54 +0000.