Covid: esperar una emergencia es en sí misma una emergencia. Maravilloso resumen de Andrea Zhok

Desde el punto de vista sanitario, la actual propagación de una variante viral con paucisintomática, muy contagiosa y capaz de crear una protección transversal sería una bendición, permitiendo una rápida e indolora endemización.

Si el gobierno, en lugar de acosar a los italianos sobre el tema, se hubiera tomado unas vacaciones, con estas tasas de difusión en un mes habríamos logrado la inmunidad de rebaño (que no se obtiene mediante la inoculación), habríamos salido de la pandemia y podríamos volver a un vida normal.

Pero esto no es del interés del gobierno. Su principal interés, para legitimar a posteriori lo hecho, es mantener firme hasta el final la narrativa por la que ha apostado todo, por la que la inoculación, y sólo ella, es La Solución.

La intención del Gobierno es, por tanto, actuar para atribuirse la mejora que de todos modos se producirá en primavera, atribuyéndola a la "firmeza" con la que procedió a forzar las inoculaciones.

Si esta narrativa, totalmente descabellada desde el punto de vista de los fundamentos científicos, tiene éxito (y con los medios que funcionan con monedas que tenemos las posibilidades son altas), este será el último clavo en el ataúd de nuestras futuras libertades. .

Esto se debe a que con un virus que seguirá circulando y cambiando, como es la gripe, el próximo verano podrá volver a empezar la misma caravana del verano pasado. Tendremos una alerta temprana, que pedirá "no bajar la guardia" de cara al invierno (esperar la emergencia es en sí misma una emergencia) e insistirá en la inoculación compulsiva (mientras tanto, Pfizer producirá alguna 'actualización' , que se bombeará como la nueva "solución").

Y así indefinidamente, manteniendo a la población en una cadena corta con una certificación de acceso a sus derechos, prorrogable o revocable a voluntad.

En este punto, o el proceso se detiene de inmediato, o nunca saldremos de él.

Con mucho sufrimiento, habiendo alimentado siempre un profundo sentido de Estado, he llegado a la conclusión de que ahora solo los actos de desobediencia civil (pacífica) pueden detener el proceso en curso.

Sin duda hay que poner en marcha un proyecto político (a medio plazo será imprescindible), pero ante todo hay que poner un límite al actual reinado de arbitrariedades que encarna el gobierno, y esto sólo puede darse incumpliendo.