Espero que estas palabras nos hagan comprender el malestar que muchos universitarios, incluido yo mismo, venimos sintiendo desde hace un año. Nos hemos quedado solos, en la más generalizada indiferencia, nunca una palabra, nunca un consuelo, nada. Alquileres impagos, becas pendientes y muchos otros problemas concretos debido a la ausencia total de instituciones de nuestra parte. Por no hablar de los enormes problemas psicológicos y sociales vinculados a la ausencia total de relaciones humanas, desde la simple charla antes de entrar a clase, hasta la falta de diálogo con profesores y otros alumnos. Pasamos muchas horas al día encerrados en una habitación, frente a una pantalla, y aunque el aprendizaje a distancia puede resultar más cómodo desde un punto de vista puramente organizativo, esto no puede, o mejor dicho, no debe ser normal. Entre otras cosas, en muchos casos no se ha tenido en cuenta la brecha tecnológica, creando muchos problemas para quienes han tenido que adaptarse.
Decidí exteriorizar mi estado de ánimo, ser el portavoz de todos aquellos que comparten mis mismas preocupaciones por esta situación, en la total incertidumbre sobre nuestro futuro. Estoy matriculado en la Universidad de Pisa desde septiembre y nunca he puesto un pie en la universidad. ¿Es posible que no pueda encontrar una solución para volver a enseñar en presencia con seguridad? Más grave aún, que nadie habla de ello, lo que refuerza el sentimiento de abandono de los alumnos.
La nuestra no es una alarma de “negacionistas”, sino de personas conscientes del riesgo que puede conllevar este virus. Sin pretender poder volver a la normalidad de inmediato, creemos que se puede hacer algo para que quienes lo deseen disfruten del ambiente universitario, obviamente siguiendo un protocolo muy preciso y con las debidas precauciones. Asistir a clases presenciales es nuestro derecho y las soluciones pueden ser múltiples, por ejemplo una docencia mixta (parte de los alumnos presencial y otra a distancia durante una semana, para luego intercambiar la semana siguiente). En definitiva, algo que concilie la seguridad sanitaria total con el derecho a la educación.
Con la esperanza de que la situación cambie pronto, invito a todos los estudiantes de ideas afines a que se unan, debemos hacer oír nuestras voces para que nunca más nos quedemos solos. Necesitamos recuperar nuestro futuro.
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