Mossad , una palabra capaz de despertar en nosotros admiración y miedo al mismo tiempo. El servicio de inteligencia israelí, entrenamiento muy duro, agentes eficientes y decididos, bases de datos repletas de información y secretos. Michael Sfaradi nos habla de esta "máquina de guerra" imparable al sacar a la luz su corazón palpitante: seres humanos hechos de carne, historias, traumas, dudas e incertidumbres. El pretexto es el de un hecho que realmente sucedió: la operación realizada en 2018 que sacó a la luz unos 55.000 documentos, tanto en papel como electrónicos, que atestiguaban cómo Irán, utilizando el acuerdo nuclear firmado en 2015 con el 5 + 1, estaba avanzando con su programa para construir la bomba atómica.
La novela "Mossad, una noche en Teherán" ( El barco de Teseo , 2020) intenta reconstruir el contexto diplomático, militar y político que precedió a la operación a través de la mirada de los dos protagonistas: Ilan Ghorbani y Saman Yeganeh, respectivamente Apostolo 04 y Magdala. El primero es un hijo de los suburbios israelíes que encontró un motivo de redención en el Mossad, un agente secreto en toda regla que esconde su humanidad detrás de una robusta armadura de frialdad, previsión y lucidez. La segunda, hermosa y seductora, hija de una familia persa que huyó tras el establecimiento de la teocracia chií. Un gran juego, envolvente y apasionante, formado por contrabandistas, peleas entre espías, frágiles e inquietantes señoritas morenas .
Una historia de espías en toda regla, donde en lugar de James Bond y Honey Ryder tenemos personajes de carne y hueso vestidos de tinta, personajes trágicamente humanos que aman, lloran y se arrepienten. Sus historias están contenidas en un hermoso tomo de más de 500 páginas que se consume bajo nuestros ojos y entre nuestros dedos como si fuera menos de la mitad.
El extraordinario realismo que envuelve a los personajes y la precisión histórica de la ambientación que forma el fondo, no son un obstáculo para la narrativa. La trama está cincelada con precisión monástica, Fleming no podría haberlo hecho mejor, el lector se sumerge en un mosaico complejo donde nada es lo que parece: identidades cambiantes, espacios remotos, habitaciones claustrofóbicas. La tensión se pega a nuestros huesos y ni siquiera nos deja después de la última página.
El entorno está tan vivo como los personajes que lo habitan y viajan por él. El Irán medieval y teocrático irrumpe en escena asfixiándonos, vivimos en nuestra piel toda la opresión y privación a la que está sometida la población, sobre todo la femenina: ¡ay de usar un aftershave que contenga alcohol, ay de hablar demasiado de política, si eres mujer, la única forma en que puedes contener tu feminidad (que el régimen intenta disolver con el velo) es maquillarte mucho. “ Mossad, una noche en Teherán ” es una obra titánica, una de esas grandes novelas que deben dejar su huella en la memoria colectiva. Ficción y realidad, tensión e ira, entrelazados a través de un estilo sencillo pero absolutamente efectivo. Colocaremos este volumen dándonos cuenta de que no fue solo la palabra "Mossad" lo que hizo temblar nuestras muñecas.
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