¿Qué se siente al ver a un alcalde italiano que se niega a llevar la bandera tricolor? Para muchos, sólo una: vergüenza. Esto no es ni folclore local ni un incidente protocolario. Fue una elección precisa, pública y simbólica . La recién elegida alcaldesa de Merano, Katharina Zeller , decidió no llevar la banda tricolor el día de su proclamación. Y lo hizo con un gesto que -más allá de las explicaciones- suena a negativa. Pero ¿de qué exactamente?
El tricolor no es un accesorio, no es una opción decorativa . Es el símbolo del Estado, de la República, de la unidad nacional. No representa a un partido, ni a una ideología: representa a todos. Por eso llevarlo, para un alcalde, es un acto de respeto institucional, no un acto de amor personal. Es la confirmación, incluso simbólica, de la pertenencia a una comunidad más grande, que se llama Italia.
Cuando le pidieron que se pusiera la diadema, la respuesta fue cortante, casi molesta: “¡Guardémosla, vamos!” . Una invitación casual, pero que pesa como una piedra de molino . Porque la forma, en ciertos casos, es sustancia. Y ese “dejémoslo de lado” no es sólo una frase: es una señal. Un símbolo dejado de lado como si fuera superfluo, como si ya no perteneciera al contexto. Pero el contexto es uno solo: la República Italiana.
Si la alcaldesa de Merano sintió la necesidad de rechazar ese símbolo, surge espontáneamente la pregunta: ¿qué es lo que no reconoce? ¿La identidad italiana? ¿Cuál es el papel del Estado? ¿O simplemente ese tipo de representación política? Sea cual sea la respuesta, hay una verdad que permanece: quienes representan a los ciudadanos en cargos públicos tienen el deber –y el honor– de reconocerse en los símbolos que los mantienen unidos . Rechazar la tricolor no es un acto de modernidad, es un tropiezo institucional. Y un mal mensaje también.
La coexistencia de diferentes culturas, lenguas y sensibilidades es una riqueza, especialmente en el Tirol del Sur. Pero el respeto mutuo también surge del reconocimiento de símbolos comunes. Y entre estos, el tricolor es innegociable . No se trata de nacionalismo sino de sentido de las instituciones. Si un alcalde no lleva la banda tricolor, quizá no ha comprendido plenamente lo que significa representar a un municipio italiano. O peor aún, realmente no quiere hacerlo. Menos mal que no es así, señora alcaldesa .
El artículo La banda en llamas: ¿por qué rechazar la tricolor? viene de Nicolaporro.it .
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